Escuchar, reciclar y habitar. La música como lugar común
Español
Main author information
Event
GKA ARTS 2022: 3rd International Conference on Arts and Cultures
02/17/2022
Keywords
música
constelación de mediaciones
aceleración
escucha
resonancia
no-lugar
lugar común
En lugar de pensar qué hace la música en nosotros, esta propuesta explora qué hacemos nosotros con la música, ponderando así una perspectiva antropológica que nos sirva para acercarnos a sus usos y funciones. Atendiendo al fenómeno musical como una “constelación de mediaciones” (Georgina Born), y a la “musicalización” de la vida cotidiana (Hartmut Rosa) como una característica particular de las sociedades actuales, aportaremos algunas reflexiones sobre los modos de escucha como generadores de relaciones particulares: escuchar nos permite reciclar nuestra resonancia con el mundo. Al mismo tiempo, la utilización masiva de sistemas digitales de comunicación y reproducción sonora ha potenciado el ejercicio del individualismo en los lugares de tránsito. La proliferación de estos espacios tiene que ver con una transformación de las experiencias y los trayectos diarios mediada por nuevos dispositivos tecnológicos, como el uso de auriculares que amplifican el derecho a estar solos y distanciarnos del entorno-mundo, potenciando un tipo de relaciones más visuales que verbales. La multiplicación de espacios anónimos responde también a las demandas de un mundo acelerado. No existe prácticamente ámbito de la vida cotidiana que no se vea afectado o sometido a una aceleración. Las sociedades se aceleran y aumentan los “tiempos de espera”, que constituyen un fenómeno definitorio de la modernidad. Cuando esperamos, hacemos tiempo, no espacio. Lejos de suprimirlo, como señala Levi-Strauss en Lo crudo y lo cocido, la música recicla el tiempo, desplegándose mayoritariamente en escenarios virtuales (pantallas, redes y sistemas de reproducción). Como afirma Augé: “Lo que es nuevo no es que el mundo no tenga, o tenga poco, o menos sentido, sino que experimentemos explícita e intensamente la necesidad cotidiana de darle alguno” (2017, 35-36). Como catalizador de esa necesidad, la música conforma así un no-lugar que actúa como lugar común, influyendo decisivamente en cómo percibimos el tiempo.