Desde hace varios años se esta produciendo un envejecimiento de la población a nivel global, es decir, que cada vez hay más personas mayores y que a su vez éstas viven más años que las generaciones anteriores. Esta situación ha suscitado el interés de muchos gobiernos e investigadores. Una de las teorías en las que se basan buena parte de las políticas sociales y los programas para ancianos es la “Vejez activa” o “Successful ageing”. La hipótesis principal es que las personas mayores quieren y pueden ser activas entendiendo que el anciano activo es aquel que participa en su entorno social, tiene relaciones sociales, goza de salud mental y física y tiene inquietudes culturales y/o cognitivas. A partir de esta teoría se han creado programas políticos y sociales en los que prima el entorno de las personas mayores, ya que son varios los estudios que han demostrado que las ciudades no están preparadas para facilitar la vida de todos los ciudadanos por igual. En esta investigación hemos ido un poco más allá y nos hemos planteado que, si bien es cierto que las ciudades están diseñadas para los jóvenes, ¿podría estar el entorno limitando la actividad del envejecimiento activo de algunas personas? Algunos autores han investigado los problemas de accesibilidad de las ciudades, en este trabajo nos planteamos estudiar los limites que puede producir el entorno más directo de los mayores en su vida diaria, el barrio. Para ello se han llevado a cabo 32 entrevistas en profundidad divididas entre dos de los barrios más envejecidos de la ciudad de Cáceres. El objetivo es comparar ambos barrios y observar si se dan limitaciones o por contra apoyo para llevar un envejecimiento activo en relación con el barrio en el que viven.