Cuando en México se habla de retablos barrocos dorados de los siglos XVII y XVIII, inmediatamente los ubicamos en el centro y sur de país, donde los principales pueblos y ciudades adornaron sus iglesias con espléndidos retablos, cuya función icónica religiosa, buscaba además ser una enérgica expresión de arte decorativo. Así pues, como un caso excepcional en todo lo que fue el Nuevo Reino de León, hoy estado de Nuevo León, en el Municipio de Salinas Victoria, en el  Noreste de México, en el presbiterio de la Parroquia de San José se conserva un retablo anónimo de mediados del siglo XVIII, manufacturado en madera y forrado con papel oro de 23 kilates. El hecho de que se conserve este retablo, constituye una rareza artística, la cual ostenta una gran calidad como obra de arte del barroco mexicano. El retablo se estructura por tres cuerpos y tres calles. En el primer cuerpo destacan sus decorados fitomorfos. En el segundo se encuentra una escultura de San José con el Niño entre cuatro columnas estípites que resguardan caras de santos no identificados. En el tercer cuerpo angelillos y un par de columnas estípites muy elaboradas también protegen bustos de santos sin identificar y en los extremos San Joaquín y Santa Ana protegen a la Virgen María. Único en Nuevo León y de los pocos ejemplos del Noreste, este magnífico retablo ostenta un estilo barroco estípite en las pilastras y de tipo barroco anástilo en el resto la decoración, por lo que debido a su alta propiedad artística debe insertarse en los catálogos y libros sobre arte mexicano de la época virreinal.