En las Tesis sobre Feuerbach, Marx advirtió, o mejor, definió el devenir de las ciencias sociales: no es suficiente pensar el mundo, es necesario transformarlo. Así pues, al referirnos a las ciencias sociales deberíamos hacerlo teniendo en cuenta la relación entre la crítica y la acción, o, como bien diría Robert Castel (Castel, Rendules, Donzelot, & Álvarez-Uría, 2006), teniendo en cuenta la relación entre crítica radical y subversión social radical. En este sentido, el sociólogo francés reflexiona acerca de la apuesta de Marx y hace énfasis en la presencia de un elemento mediador entre la crítica y la revolución, a saber, el proletariado industrial. La presente ponencia se pregunta por el papel de las Ciencias Sociales en la construcción de un aparato mediador o, si se quiere, de un sujeto (comunidad) capaz de recoger los aportes científicos de este campo y traducirlos en transformaciones sociales en beneficio de los hombres. En otras palabras, se cuestiona el compromiso de los científicos sociales frente a la configuración de una esfera pública en donde el saber preceda a la subversión. Por otra parte, la ponencia analiza el lenguaje de las ciencias sociales y pone de manifiesto la necesidad, expresada por Juan Carlos Monedero en su Curso urgente de política para gente decente, de reinventar las palabras de la política. Ya los investigadores del discurso (Ruth Wodak, Van Dijk, Fairclough, entre otros) nos enseñaron que el lenguaje crea realidades, sin embargo, ¿qué podemos esperar cuando ya las palabras no nos dicen nada? En coherencia, nos preguntamos por el aporte de las ciencias sociales  a la comprensión de nuestro tiempo y a la comprensión de la realidad que emerge de las dinámicas sociales, culturales y políticas de hoy. Finalmente, pese a ser un tema de reiterada reflexión, mas no por eso agotado, cuestionamos la responsabilidad intelectual de los científicos sociales. Apoyados en las reflexiones de Gramsci y Edward Said intentaremos abogar por una postura intelectual que construya nuevos escenarios -fuera de los cafés y los pasillos universitarios- en donde queden albergados los anhelos de paz de los ciudadanos del mundo.