El objetivo en este trabajo es analizar el modo en que la mujer está representada en la nueva novela histórica, notablemente la producida a partir de la década de 1980. La nueva novela histórica es considerada una narrativa que tiene el objetivo de reescribir los hechos históricos a través del discurso ficcional y el discurso que moldea una constitución identitaria que considera rasgos culturales, políticos y sociales, con el fin de deconstruir o rectificar la versión de la historia oficial por medio de mecanismos discursivos como la parodia y el pastiche. Estas narrativas comprueban cuánto el discurso histórico puede ser dominado por la falta de neutralidad y de qué manera los fenómenos pueden ser alterados o incluso falsificados por medio del lenguaje. A través de este nuevo tipo de novela histórica, voces otrora silenciadas por versiones historiográficas ampliamente difundidas y conocidas pasan a inscribirse en la historia como parte activa y significativa de ella, en un proceso de revisión en que eventos históricos empiezan a ser relados y reordenados dentro de patrones desnudos de convenciones arcaicas y segregacionistas. Las mujeres, negros, homosexuales, por ejemplo, pasan a ocupar un espacio que les fue extraído por intereses históricos regidos por valores hegemónicos y  falocéntricos que expurgaban para el margen cualquier discurso que se asemejara a una amenaza al orden social impuesta. Es sobre estos personajes que la novela histórica producida a partir de la segunda mitad del siglo XX pasa a centrarse. En el caso de la novela Desmundo (1996), de la brasileña Ana Miranda, y A árvore das palavras (1997), de la portuguesa Teolinda Gersão, se pretende analizar la representación femenina según fue construida en esas narrativas, problematizándola a partir de una mirada analítica-comparativa.