A lo largo de su evolución el hombre ha tropezado con una serie de situaciones desconocidas que despiertan indefectiblemente su asombro y con ello la necesidad de una explicación. Así los primeros cuestionantes guardan relación con fenómenos propios de la naturaleza, como el ocultamiento del sol, a los que se respondió con en base a fundamentos mitológicos. Posteriormente, con el surgimiento de los asentamientos indígenas, los fenómenos abandonan la investigación simplemente contemplativa para resolver cuestionantes relacionados con su supervivencia, implicando la elaboración de técnicas que permitieran satisfacer  sus necesidades. En adelante emerge una preocupación incansable por el establecimiento de métodos absolutos, capaces de contener el estudio de la mayor cantidad de fenómenos posibles, la significación predominante de los métodos matemáticos, la validez del nuevo conocimiento en base a los diseños metodológicos utilizados para su obtención, el amoldamiento de los problemas sociales  a los modelos de investigación postulados por las ciencias exactas. El dinamismo de la relaciones sociales ha vislumbrado la imposibilidad práctica de abordar todos los problemas de investigación mediante un solo método, entendiendo que dicha concepción corresponde a una idea limitada de la investigación que además de impedir analizar plenamente los fenómenos conlleva a resultados que no se ajustan a la realidades problemáticas. De este modo, mediante el desarrollo de los supuestos teóricos más relevantes referidos al planteamiento del problema de investigación, se evidenciará la importancia que posee dicho cuestionante en el proceso de creación de nuevo conocimiento. Por último, aunque no existen estructuras absolutas en el proceso de problematización científica, se precisan lineamientos encaminados a facilitar la definición del problema de investigación y su efectivo planteamiento.