La década de 1980 marcó el final de las políticas proteccionistas en el mundo. En México, implicó que la economía debía de abrirse a la competencia y la inversión privada, la deuda externa contraída con bancos, principalmente estadounidenses, hizo de las recomendaciones, de corte neoliberal, del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, obligaciones. Tanto las políticas como el discurso oficial, llamaban a ciudadanos, empresas e instituciones a una cultura de la competitividad. La estrategia del gobierno incluía a las Instituciones de Educación Superior (IES), por lo que las universidades públicas debían de crear nuevos programas y modernizar sus planes de estudio. La educación tecnológica sería fundamental: en menos de tres décadas se crearon: 132 institutos tecnológicos federales y 130 descentralizados, 104 universidades tecnológicas y 50 politécnicas. Las IES tendrían que estar en sintonía con la política de mejora de la calidad que estaba influenciando la educación. Como se había pronosticado, las entidades tenían que adaptarse a los cambios para poder captar inversión, esto incluía  a las IES.  En el tercer trimestre de 2016 el Estado de Jalisco capto 1,639.6 millones de dólares en inversión extranjera, principalmente industria electrónica. Uno de los motivos ha sido su mano de obra cualificada, ello justifica el incremento de la formación científico-tecnológica en las ingenierías de la Universidad de Guadalajara. Pero al incrementarse la formación técnica, debería incrementarse proporcionalmente la formación humana y social, con la finalidad de que los egresados sean conscientes de las importantes problemáticas socio-ambientales surgidas o acrecentadas a partir del proceso de globalización. El proyecto analiza las materias de Ciencias Sociales y Humanidades que se imparten, o aquellas que contribuyen a dichos fines, para establecer el nivel de responsabilidad social que la universidad asume así como las relaciones entre éste y el modelo económico.