La definición de la vida es una de las tareas más apremiantes de la filosofía de la biología. Pero antes de intentar una definición, hay que deslindar las definiciones científicas de las definiciones filosóficas. Confundirlas sería un error a nuestro juicio: el error de pretender que hechos contingentes puedan convertirse en definiciones necesarias. Las definiciones científicas son en cierto sentido a posteriori; tienen un altísimo grado de controlabilidad pero tienden a caducar en el tiempo. Las definiciones filosóficas son a priori en cierto sentido; se parecen más a los preconceptos que tenemos de las cosas antes de indagar sobre ellas científicamente; en este sentido no cambian con el tiempo, pero el grado de generalización en el que se mueven les hacen correr el riesgo de convertirse en meros juegos de palabras. La definición esencial de ser vivo que proponemos sería: es un modo de ser por sí mismo él mismo sin ser lo mismo. La comunicación trata de desentrañar el sentido de esta expresión, que tendría luego una ulterior aplicabilidad al problema de los autómatas.