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Nuestro objetivo será reflexionar en torno a la idea de arraigo acudiendo a autores tan relevantes como Heidegger o P. Sloterdijk. En Serenidad, Heidegger comenta la frase “somos plantas que deben salir con las raíces de la tierra para poder florecer en el éter y dar frutos” (P. Hebel): el sentido de la existencia humana necesita la profundidad de la tierra, el arraigo. La esencia del desarraigo radica en el hecho de volverse extraño a la tierra natal. Vamos a reflexionar acerca de la técnica como posible causa de desarraigo actual. El “hechizo de la técnica” emerge como factor de desarraigo en la medida en que los instrumentos técnicos “estimulan, asaltan y agitan al hombre”. El arraigo va a ir siendo definido como la posibilidad de ser próximo-a: próximo-a-uno-mismo, próximo-al-Otro, próximo-a-la-Tierra, próximo-al-futuro, próximo-a-la-muerte. Estas proximidades definen la relación del existente con su entorno. Un existente desarraigado es un existente que ha perdido la proximidad. Y esta proximidad podría ser recuperada en la medida en que seamos capaces de volver a encontrarnos con el sentido de las cosas. El triunfo actual de las relaciones meramente cuantitativas conlleva la muerte de la tierra, en tanto no se ha desarrollado hacia la posibilidad de un desarrollo sostenible. Los tiempos no solo son de penuria por la muerte de los dioses, sino porque los que no son dioses, los mortales, han olvidado su mortalidad. La ilusión de eternidad, del Yo y de la tierra, es el olvido de los Otros, no solo de los Otros que ya están con nosotros, sino de los Otros venideros. Si hay alguna posibilidad de volver a la tierra, de que la tierra vuelva a ser, pasa por que los hombres asuman de nuevo, por un lado, su condición de finitos, y por otro, la condición del Otro venidero.

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Introducción

Nuestro objetivo será reflexionar en torno a la idea de arraigo acudiendo a autores tan relevantes como Heidegger o P. Sloterdijk. En Serenidad, Heidegger comenta la frase “somos plantas que deben salir con las raíces de la tierra para poder florecer en el éter y dar frutos” [1](P. Hebel): el sentido de la existencia humana necesita la profundidad de la tierra, el arraigo. La esencia del desarraigo radica en el hecho de volverse extraño a la tierra natal.

Vamos a reflexionar acerca de la técnica como posible causa de desarraigo actual. El “hechizo de la técnica” emerge como factor de desarraigo en la medida en que los instrumentos técnicos “estimulan, asaltan y agitan al hombre”. El arraigo va a ir siendo definido como la posibilidad de ser próximo-a: próximo-a-uno-mismo, próximo-al-Otro, próximo-a-la-Tierra, próximo-al-futuro, próximo-a-la-muerte. Estas proximidades definen la relación del existente con su entorno. Un existente desarraigado es un existente que ha perdido la proximidad. Y esta proximidad podría ser recuperada en la medida en que seamos capaces de volver a encontrarnos con el sentido de las cosas.

Pérdida de la tierra originaria

Proponemos por tanto la necesidad de un nuevo contacto con la Naturaleza como contacto-en-proximidad... frente a otro modo de acceder a las cosas, especialmente el acceso mediatizado, virtualizado o acelerado. Vamos a reivindicar también un sentido, junto al del arraigo, de lo local. Nuestro contacto más auténtico con la Naturaleza siempre es local. Los productos son siempre productos de la tierra, y por ello, "de proximidad", estacionales: así habría de ser a fin de evitar explotación. En el momento en el que ese contacto se globaliza, deja de tener una relación directa con la naturaleza misma, corremos el riesgo de que las mediaciones conviertan nuestra relación con la naturaleza en una relación artificial, que deviene en explotación del mundo.

Si el sentido de la existencia humana necesita la profundidad de la tierra, el arraigo, se hace necesario reflexionar acerca de esa idea de arraigo. El arraigo a la tierra no habría de ser entendido solo en un sentido literal: el exiliado está desarraigado, pero no hace falta estar exiliado para haber perdido el arraigo. La esencia del desarraigo radica, por tanto, en el hecho de volverse extraño a la tierra natal. Una versión del desarraigo podría ser, también, que la tierra se nos vuelva extraña: la pérdida de la tierra originaria.


Nuestra tierra originaria. Una aproximación al desarrollo sostenible a través de Rilke y Heidegger.

 

Por tanto, partimos de una situación actual del hombre en la tierra que se define como peligrosa, no solo por esa posibilidad del estallido de la energía atómica. Por un lado, el verdadero peligro es que el hechizo de la técnica logre que el único pensamiento que se desarrolle sea el calculador, y con ello sobrevenga la indiferencia hacia el pensar reflexivo. Entonces se moriría la esencia del hombre: precisamente reflexionar. Por otro lado, la relación meramente cuantitativa entre el hombre y la naturaleza no se ha desarrollado hacia la posibilidad de un desarrollo sostenible

Según Rilke, los entes que no son el hombre (plantas, animales…), están EN el mundo, forman parte de él, inconscientemente. Cuanto mayor es la conciencia, más excluido se está del mundo: por eso, el dasein está ANTE el mundo, no EN el mundo. El hombre se encuentra frente al mundo. Lo que hace el hombre ante el mundo es producir, disponer: “produce cosas nuevas allí donde le faltan, desplaza cosas allí donde le molestan, oculta cosas allí donde le distraen…”[1]. El hombre modifica el mundo, utiliza la naturaleza, tiene el mundo como objeto. Lo abierto se convierte en objeto. “la tierra y la atmosfera se convierten en materias primas”. El mundo es producido por mandato humano: este proceso nace “de la esencia oculta de la técnica”. Heidegger plantea en Serenidad la “posibilidad de que tal vez pueda venir una superación de lo técnico más constructiva y originaria”[2].


El hombre sin cáscara

Siguiendo la terminología de Peter Sloterdijk, vivimos en esferas[1], en atmósferas. La crisis del hombre moderno comienza con la ruptura de las grandes esferas. Hoy, la espuma, frente a la esfera, es la nueva forma de convivencia. Y aunque esta figura entrañe, sin duda alguna, una dimensión positiva en la medida en que nos recuerda que, lejos de ser una burbuja cerrada, el existente tiende a la apertura y la conexión continua con el Otro, existiría otra posible lectura de esta evolución. La ruptura de las grandes esferas podría describirse como el olvido del mundo originario, el desencantamiento del mundo. Y con él, la pérdida de respeto al mismo, a la naturaleza.  

El existente moderno como ser descascarado, que ha perdido sus cáscaras, que ha estallado sus cúpulas protectoras, no entendidas como metarrelatos sino como aquello que hacía de la tierra un hogar (ser humano capaz de existir-en la tierra[2] –Sloterdijk-) frente a la tierra como mercancía, depósito (ser humano que existe sólo sobre-la-tierra –Sloterdijk-).

Conclusiones: serenidad como vía de proximidad con lo Otro

Por eso acudimos al concepto heideggeriano de Serenidad: decir simultáneamente “sí” y “no” a los objetos técnicos. Dejar de ver las cosas solo desde una perspectiva técnica. Usarlos en la cotidianeidad, pero entendiéndolos como cosas que no son en absoluto. Esta serenidad abre la perspectiva hacia un nuevo arraigo. Y este habría de ser el horizonte bajo el cual pensar la técnica hoy. Si hay alguna posibilidad de volver a la tierra, de que la tierra vuelva a ser, pasa por que los hombres asuman de nuevo, por un lado, su condición de finitos, y por otro, la condición del Otro venidero. Solo así podremos asumir la responsabilidad de reparar, componer, construir de nuevo esferas, atmósferas, en la intemperie de un mundo siempre por hacer.


[1] Esferas I

[2] Esferas I


[1] Serenidad 259

[2] Serenidad 261


[1] Serenidad 13

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Main author information

Elisa Fernandez Bascones (Spain)
Universidad de Sevilla (US) (Spain) 7697
Soy Graduada en Filosofía , Máster en Filosofía Moderna, Máster en Formación del profesorado de educación secundaria obligatoria, bachillerato y enseñanza de idiomas y doctoranda del Doctorado en Filosofía (US). Actualmente soy profesora contratada como personal docente investigador en la Facultad de Filosofía (US).
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