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El propósito de esta presentación es fenomenalizar la experiencia de las interfaces del arte electrónico, como artefactos dotados de una carga de estímulos que el interactor habrá de elaborar y encarnar estos como síntesis corpórea.
La intencionalidad de la interfaz
Fenomenológicamente, se argumenta aquí, que las interfaces conciben al cuerpo del interactor como la medida desde la que se elabora la síntesis corpórea, esta modifica, deshace, rehace la experiencia y percepción sensorial del espacio y tiempo. El espacio es fundamental en el despliegue compositivo porque no solo de trata de un entramado complejo de aparataje tecnológico sino de cómo estos están preñados estímulos que el cuerpo elabora como experiencia al encarna el espacio, que no es un espacio físico, sino corpóreo. Así, estos objetos se definen por la intencionalidad que pretenden como efectos sensibles, vivificaciones por y en el cuerpo interactor, mediante una sofisticada prefiguración y diseño de interfaces tecnológicas. La transformación de las experiencias sensibles de la obra interactiva ha encontrado maneras de producir, transportar, reconstruir sistemas de sensaciones, configurar una relacionalidad entre el espacio-tiempo para encarnarse corpóreamente como experiencia activa de sensaciones y sensibilidades.
Los objetos del arte interactivo no son solo los entornos artificiales, tecnológico, modelados 3D que se imponen como espacios predominantes de estas obras sino síntesis corpórea que se dan por la intencionalidad de un objeto artístico dotado de datos sensibles. Peter Weibel (2002) curador y teórico de arte de medios, argumenta que la experiencia de los objetos artísticos interactivos es potenciada por diferentes niveles que se entretejen y logran establecer correlatos que parten de estímulos sensibles y trasciende hasta llegar a formas complejas de comunicación. La interfaz representa el medio comunicativo para elaborar la experiencia interactiva desatada por la sinestesia como primer nivel de interacción. En un segundo nivel es la interacción sinérgica y la comunicación. La convergencia de estas tres representan el nivel más alto de la interacción: aquí la interfaz asume la función de transducir información entre los sistemas conectados o acoplados, de tal modo que los interactores son los productores del sentido. Los datos sensibles del objeto artístico se hallan dispuestos como parte de la elaboración de la experiencia que se desata por el proceso de comunicación. Estos operan como estímulos sensoriales que habrán de ser elaborados y encarnados como parte de la composición o incluso de necesaria participación diegética del interactor como parte de la experiencia interactiva. Esto es posible porque el interactor elabora y encarna tales datos como síntesis corporal. La elaboración de esta operación sensible ocurre no como una recepción de datos sensibles sino como un constructo en donde el espacio del objeto son significados por el interactor.
Hacía la síntesis corpórea
El cuerpo vivido (Leib) es un cuerpo sientente y sentido por sí mismo. De esta idea se desprende ya una noción que puede comprenderse aquí como síntesis y es que el cuerpo que toca se siente así mismo, elabora en sí mismo percepciones en un aparecer de aquello que esta pero no es visible. Si el cuerpo es el que elabora la experiencia como acto constitutivo, entonces es el cuerpo mismo quien elabora la espacialidad. Un espacio que no responde a características o nociones geográficas o topológicas sino a un espacio constituido y articulado con sentido, en el que los objetos se dan por la espacialidad en la que el cuerpo concurre. Los cuerpos de los interactores son invitados a vivificar y darse con la obra, al mismo tiempo son la audiencia misma de su propia actividad. Este sujeto que participa de la obra interactiva que ha de ser para sí mismo y desde sí mismo un agente activo de esta experiencia fenomenológica.
El cuerpo del interactor no se aisla del espacio interactivo, este espacio se reelaborará. El cuerpo no aísla los sentidos, no es sólo táctil, auditivo o visual (Körper), por el contrario, se trata de procesos multisensoriales que conectan e interconectan diversos estímulos que vuelven experiencias siempre abiertas, nunca acabadas o cerradas. De este modo se va revelando, que el cuerpo vivido (Leib) es quien domina los espacios de la obra virtual, se apodera y posesiona de este volviéndolo una pertenencia del cuerpo objetivo. De modo que el cuerpo siempre se estará reelaborando porque este siempre cambia de lugares, escenarios, formas de espaciamiento y el espacio siempre devendra como una nueva interiorización. El cuerpo entonces es doble por un lado es una cosa física, un material por el que entra toda posibilidad de estímulos de cualquier orden o naturaleza y por otro el cuerpo es sintiente de sí mismo. Husserl (2005) diría SIENTO “en” el y “dentro” de él. El cuerpo, entonces, es la unidad de la síntesis de la percepción, una síntesis de muchas manifestaciones captadas de la cosa.
Los objetos artísticos interactivos proponen estímulos sensoriales, la elaboración de experiencias nunca antes vividas, padecidas o sufridas a partir de las que se orientan o sugieren conductas que desatan experiencias novedosas. En este sentido el cuerpo fenomenal es el gran constructor de estas experiencias al ser trastocado y modificado en sus apreciaciones fijas del mundo, haciendo que el interactor, mediante los procesos comunicativos y datos sensoriales del objeto artístico interactivo, reelabore su experiencia perceptual.
La posición del objeto nos hace rebasar los límites de nuestra experiencia efectiva que se estrella en un ser extraño, de modo que ésta cree sacar del mismo todo cuanto nos enseña. Es este éxtasis de la experiencia lo que hace que toda percepción sea percepción de algo, de alguna cosa. […] Considero mi cuerpo, que es mi punto de vista acerca del mundo, como uno de los objetos de este mundo. (Merleau-Ponty, 1993: 91)
La realidad artística que propone el arte interactivo se da una construcción experiencial dada, en parte, por elaboraciones simbólicas vinculadas con las cualidades sensibles de todo el conjunto artístico que vincula cada cualidad sensible con las demás. De modo que la experiencia se da como una vibración de la cosa, algo que vibra en mi y me hace estallar. La experiencia corporal implica un alto grado de involucramiento, efectivo, sensible, corpóreo, receptivo, imaginativo, fantástico por parte del interactor, porque elabora síntesis como la experiencia corporal y espacial que mediante esta se configura de manera abierta, porque es indeterminada; haciendo, entonces, que el interactor incorpore nuevos elementos que probablemente, no tenía y que ahora posee porque ha comprendido su extraordinaria sensibilidad corporal que asiste a una reelaboración continua de sí mismo. Este cuerpo del interactor nunca actúa como cosa fisiológica, sino como experiencia en conexión con la experiencia de otros sujetos. La obra habita en mi y yo habito en la obra, aquí ya hay con correlato entre el cuerpo y la obra. El cuerpo es quien mediatiza, se coloca como el gran interlocutor que vivifica y configura lo intermedio. La experiencia se desata porque el material experimentado sigue su curso hasta su cumplimiento. Toda experiencia integral se mueve hacia un término, un fin, ya que cesa solamente cuando sus energías activas han hecho su propia labor. Se trataría de llegar a la clausura de un circuito de energía, "incorporar” elementos, estímulos o procesos nuevos a lo ya conocido o sabido es una experiencia vital.
La interfaz se instala como una ventana al y del mundo, permite construir una espacialidad intermedia que no está físicamente presente pero que el sujeto hará presente, revelará su aparecer sensible mediante percepción del espacio corporeizado. Los objetos de la obra interactiva proponen experiencias abiertas que sitúan al cuerpo del interactor en límites siempre expandibles al rebasarse a sí mismo y edificar nuevas y complejas realidades. A partir de la síntesis corpórea que elabora el interactor frente a las interfaces es que se determina arriba o abajo, delante o detrás, interior o exterior, pero siempre como ordenamientos solapados. Se trata de una síntesis que como buen instrumento, marca las pautas de una espacialidad por medio de la que se construye el ser en el mundo. El espacio de los objetos artísticos interactivos se da como mundo circundante, llenos de estímulos y experiencias posibles. Mundo que se da en la conciencia del interactor y desde esa dona sentido a la experiencia artística. La belleza y valor de los objetos interactivos está en ser dotado de sentido como cosa en sí y cosa para sí.
Bibliografía
Husserl, Edmund (2005), Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológica: libro segundo: Investigaciones fenomenológicas sobre la constitución, FCE y UNAM, México.
Merleau-Ponty, Maurice (1993). Fenomenología de la Percepción, Planeta, México.
Merleau-Ponty, Maurice (1964). The Primacy of Perception, Northwestern University Studies in Phenomenology & Existential Philosophy, Northwestern University Press, USA.
Weibel, Peter (2000), El mundo como interfaz. Recuperado en marzo 2020, http://www.elementos.buap.mx/num40/htm723htm
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