La educación en Ciencias de la Salud, específicamente en Medicina, viene siendo reevaluada con la finalidad de corregir las dificultades que los modelos formativos anteriores no han conseguido subsanar y que en los planes actuales de formación en dicha área, con el fin de promover la formación de profesionales competentes, para su desempeño de manera eficiente en los contextos personales, intelectuales, sociales, laborales y ciudadanos, se promueven nuevas estrategias didácticas, pedagógicas y curriculares, que puedan adaptarse a los perfiles profesionales, definidos por las entidades de educación y salud, entre otras la ACGME (Consejo de Acreditación para la Educación Médica). Una de las estrategias que ha tomado fuerza en este sentido, es la Simulación Clínica, la cual ha logrado rápidamente posicionarse en las escuelas modernas y rápidamente se ha convertido en el mecanismo preferencial para la capacitación de profesionales en las diferentes áreas de la salud. Dicha técnica, hace referencia a metodologías que permiten imitar, replicar, reproducir aspectos de la vida real en el contexto clínico, pero de manera guiada, controlada y a través de diferentes estrategias, tecnologías y sistemas, los cuales redundan en el  logro en desarrollo de habilidades y destrezas, los cuales han sido los elementos más documentados al respecto, así como  a los procesos de pensamiento crítico, como son la argumentación, la motivación, la solución de problemas y la metacognición; estos últimos menos explorados, pero que indiscutiblemente merecen estudiarse y fortalecerse con el fin de conseguir profesionales capaces de llevar a cabo procesos de Aprendizaje Autorregulado, en sus tres componentes fundamentales, (Schraw el al 2006), La Cognición, La metacognición y La motivación. Siendo éste el objetivo de nuestro estudio en estudiantes de semestre XI de Medicina.