La idea de desarrollo sostenible, como aquel que logra satisfacer las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras, se ha constituido en un principio rector en las políticas de desarrollo mundial a largo corto y plazo, intentando equilibrar el desarrollo económico, el desarrollo social y la protección del medio ambiente.  El desarrollo sostenible busca la participación y el compromiso de las personas de cada comunidad, de esta forma la población participa de la realización de dicho desarrollo. Para lograrlo de aquí a 2030, Naciones Unidas llama a la acción a gobiernos, sector privado, académico y al tercer sector. Pero además, señala a la sociedad civil como actor clave en el logro de este desarrollo sostenible, y la mujer, es motor de esta sociedad civil. El ODS5 centra su atención en la mujer y su empoderamiento, pero el papel de la mujer es clave para alcanzar el conjunto de la Agenda 2030. Y más aún, el papel de la mujer que es madre, quien es un pilar de la comunidad a la que pertenece, no solo porque aporta nuevos miembros a ella, sino sobre todo, porque a través de ella, estos miembros logran adaptarse, crecer y aportar al medio en el que se desenvuelven. Considerar a las mujeres que son madres dentro de las políticas no es suficiente, es necesario fortalecerlas, empoderarlas y para ello requiere de unas mejores condiciones sociales, culturales, políticas y económicas que le permitan aportar a la sociedad en la que se desenvuelve. Los centros educativos pueden ser una plataforma que permita el empoderamiento de las mujeres que son madres, la Educación para el Desarrollo es una herramienta adecuada para formar a nuevas generaciones conscientes de la necesidad de valorar el papel de la mujer como pilar para alcanzar los ODS.