Despertar interés en los estudiantes siempre ha sido un reto para el profesor. Tener delante un alumnado muy especial, como el de criminología (muchos de ellos también futuros psicólogos), me ha obligado a plantearme este reto una vez más. El enfoque interdisciplinario ha sido decisivo a la hora de encontrar un territorio común en el que el historiador, el criminólogo y el psicólogo convergen y se necesitan el uno al otro. En mi ponencia detallaré cómo, intentando crear una confluencia de intereses entorno al relato histórico, he renovado radicalmente el contenido de la asignatura que imparto. Esta nueva apuesta se ha beneficiado de una interconexión de miradas, metodologías y visiones del hombre y de su problemático estar en el mundo. Por ello se ha problematizado el tema de la libertad humana, como concepto histórico, es decir como experiencia observable a través del desarrollo del ser humano a lo largo de distintas épocas. Un punto de observación para medir esta evolución ha sido la conciencia, como facultad que “da fe”, con fidelidad notarial, del estado de salud de la libertad. En cambio, el hilo conductor ha sido la historia del crimen, desde la Inquisición hasta los totalitarismos modernos. De allí se ha abierto un campo de interés sobre la psique, un estudio que se presta a una categorización histórica, puesto que la libertad de conciencia y todas las experiencias humanas vinculadas con ella, como la tolerancia o la eterna lucha entre bien y mal (literariamente “documentada” por Dostoievski), han tenido una historia problemática y han protagonizados conflictos. Uno de ellos, y tal vez el más visible, ha sido el enfrentamiento entre individuo y poder político.