La educación es un derecho fundamental y por lo tanto está establecido en diferentes documentos internacionales, Constituciones políticas de los distintos Estados y se especifica que debe ser garantizado a todas las personas sin excepción alguna (CLADE, 2009). Los adolescentes en conflicto con la ley no deberían ser la excepción, sin embargo ante la poca atención que existe al sistema educativo de las correccionales en México, se han creado acuerdos a través de la Convención sobre los Derechos del Niño y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (Azaola, 2015) que pretenden establecer la privación de la libertad como último recurso priorizando el tiempo que permanecen encerrados con un carácter educativo y no punitivo. El papel que la sociedad juega con ellos es crucial, puede representar un impulso hacia la exclusión o la inclusión social. Se habla entonces de un objeto de estudio inmerso en el campo de la desigualdad social por lo que la educación emerge con un carácter restaurador de esta desigualdad al reparar mecanismos discriminatorios de origen como diferencias en el capital cultural y social de los adolescentes en los centros de reclusión. Tomando en cuenta las trayectorias escolares y laborales de los jóvenes, se puede observar una desvinculación entre la educación formal y ellos.  La presente investigación intenta adentrarse en la teoría de las representaciones sociales para conocer los principales motivos que han orillado a los jóvenes a tener una visión negativa de la escuela y como estas percepciones influyen sobre el contexto escolar dentro de los centros de reclusión.