La educación pública en México ha manifestado cambios importantes a finales de la última década del siglo XX y los primeros 18 años del siglo XXI, buscando los mecanismos para lograr una calidad educativa en los distintos niveles, a través de una introspectiva que tiene como punto de partida la Modernización Educativa de 1992, la Reforma Integral de la Educación Básica (2004-2011), Modelo Educativo 2011 y el Modelo Educativo 2017. A partir de la introspección se vislumbra la Formación Continua y desarrollo profesional que han desarrollado los maestros de México para dar respuesta a las Políticas Educativas Sexenales y que se manifiestan a través de pruebas internacionales como el Programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA) y pruebas estandarizadas nacionales a través del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), las cuales evidencian al Sistema Educativo Mexicano. A partir de los resultados anteriores, el proceso reflexivo nos lleva a determinar que los trayectos formativos enfocados a la educación continua y desarrollo profesional, han sido obsoletos durante 26 años, pasando por Programas Compensatorios como fue Carrera Magisterial, implementándose en 1993; caracterizándose como un espacio para mejora salarial dejando de lado la mejora de la calidad educativa. Para consolidar la calidad en las escuelas, se han implementado procesos de formación continua y desarrollo profesional en los docentes, la Reforma Educativa que entra en vigor en las aulas el próximo ciclo escolar 2018-2019, presenta desafíos en la formación de los docentes por medio del Programa de Promoción en la Función por incentivos en Educación Básica. Para lograr una formación continua y desarrollo profesional, es transcendental el sentido de pertenencia, es decir, la identidad profesional docente; elemento que permeará toda actividad académica.