Uno de los requisitos para cualquier institución de nivel superior es que los estudiantes posean un pensamiento reflexivo y crítico que les permita contribuir a la mejora del entorno social y ser propositivos para el futuro del país. Hablando de los profesionales de enfermería, la adquisición de esta competencia les permite afrontar los continuos cambios y diversidades que caracteriza el contexto sanitario. Ya que la práctica de enfermería se ha enfocado en conformar un cuerpo de conocimientos propios que permitan realizar un trabajo independiente de la práctica médica, el pensamiento reflexivo y crítico es la competencia académica idónea para que se contribuya al perfeccionamiento de la disciplina de manera responsable, humanista y con responsabilidad social. Sin embargo, se infiere que existe una falta de pensamiento crítico y reflexivo en los estudiantes desde que ingresan a la licenciatura y hasta que egresan de la carrera, ya que no se corrobora que el estudiante cuente con habilidades esenciales para desarrollarlo y además el estudiante no es consciente de sus propios procesos de aprendizaje. Es decir, no existe una evaluación de esta competencia, ni tampoco una forma de medir su evolución de acuerdo con el conocimiento que va adquiriendo, pertinente a su profesión. El evaluar el pensamiento reflexivo y crítico permite dar un panorama del fenómeno en los estudiantes, y a la vez da pie a estructurar una propuesta que permita facilitar la adquisición de esta competencia, o en su defecto, el reforzarla para el fortalecimiento curricular.