Cuando soñamos con construir, escuelas que piensen, sientan y trabajen desde la Inclusión educativa pensamos en  diseñar e implementar una propuesta formativa que integre a los niños y jóvenes  plenamente en las comunidades educativas, considerando la diversidad como valor y no como dificultad. El paradigma de La educación intercultural interpela los repertorios homogeneizantes a la vez que instala una perspectiva que reconoce las múltiples identidades étnicas, de género, generacionales de la infancia, la adolescencia, la juventud y la adultez escolarizadas y no escolarizadas. El primer paso en la transformación de nuestras instituciones, en escuelas inclusivas es poder repensarnos, ampliar la mirada, flexibilizar nuestras lógicas institucionales, poner en tensión nuestros supuestos, levantar barreras, vencer resistencias y lograr acuerdos. Esto es un desafío y un proceso que avanzará  en la medida que las estructuras personales y comunitarias se flexibilicen y re construyan. La escuela inclusiva aquella que postulan autores comprometidos con la inclusión educativa: Ainscow, Booth y Dyson, 2006;Echeita y Duk, 2008, es aquella que garantiza que todos los niños, niñas y jóvenes tengan acceso a la educación, pero no a cualquier educación sino a una educación de calidad con igualdad de oportunidades, justa y equitativa para todos y para todas. El fin de la educación inclusiva es lograr el bienestar individual y social de todos los sujetos que participan dentro del sistema de educación. La inclusión educativa es un enfoque que busca garantizar el derecho a una educación de calidad para todos, ofreciendo a todos sus alumnos/as las  oportunidades educativas y las ayudas (curriculares, personales, materiales) necesarias  para su progreso académico y personal, para el desarrollo de su autonomía. Nuestra investigación presenta experiencias locales, nacionales que caminan en este desafío" Valorar la Diversidad y desde allí trabajar por la inclusión".