Se estima que un 10% de la población en el mundo sufre de dislexia. En un estudio, Kasen (2005), psicólogo estadounidense, evaluó a 500 estudiantes disléxicos entre los dieciséis y diecisiete años, en la ciudad de Oakland, California. Encontrando que el 67.2% del grupo tenía deficiencias en percepción visual, el 65% en deletreo, el 39.7% en orientación y el 39.6% en lenguaje escrito. Del total de las personas que sufren dificultades de aprendizaje, entre un 80% y 90% de ellas viven en países en vías de desarrollo. En México a pesar que el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) no tiene un número oficial de personas que sufren de dislexia, se sospecha que existe un porcentaje muy elevado. Estudios realizados en primarias federales (Bravo, 1999), demuestran que el porcentaje de problemas relacionados con el lenguaje escrito llega a un 50% y en el caso de la lectura se estima que dos de cada tres alumnos presenta problemas con el deletreo. A pesar que varios autores han contribuido con apoyo didáctico, las características gráficas de la ilustración para dicho material han sido poco exploradas. Es importante señalar que el lenguaje gráfico representa un aspecto fundamental en el diseño de material didáctico para niños disléxicos. En este contexto queda claro que, el niño que no puede aprender a leer y escribir como la mayoría de los pequeños de su misma edad, está sujeto a presiones del medio ambiente que lo hacen sentirse inferior. El niño que lee con dificultad y que al escribir comete muchos errores puede tener problemas en la adquisición general de conocimientos, puesto que éstos se transmiten a través de la lectura y la escritura. Debido a esta problemática, existe la necesidad de trabajar con los materiales de apoyo y poner atención a los mismos.