Los avances tecnológicos han posibilitado una realidad que hasta hace poco era impensable, hoy un individuo tiene a su alcance tal cantidad de información que no puede procesarla toda, está obligado a valorarla y verificar la pertinencia de esta con sus requerimientos, para escoger parte de esta y trabajar con ella. Además la gran cantidad de información no necesariamente representa calidad de la información, los medios tecnológicos han construido plataformas donde para subir información no es preciso superar filtros de calidad o si estos existen, en la mayoría de los casos no son lo suficientemente exigentes. Esta realidad es particularmente sentida en educación, proceso social donde interactúan individuos compartiendo información y propiciando el descubrimiento del conocimiento, pensadores como Ángel Pérez  Gómez, presentan reflexiones que invitan al debate. En tal virtud los procesos de enseñanza han de adecuarse a esa nueva realidad donde es prioritario que el individuo sea capaz de escoger de manera crítica y reflexiva la información que requiera, basándose fundamentalmente en su compromiso con la humanidad y con el entorno natural. El currículo por tanto ha de servir para formar al hombre, para desarrollar en el educando las competencias (conocimientos, habilidades, aptitudes, emociones y valores) que han de lograr su desempeño efectivo en una sociedad cada vez más cambiante. En este trabajo propondremos una forma de dar vida al currículo como elemento complejizador de las ciencias, ya que únicamente así se entenderá en magnitud plena la realidad de los hechos, intentando destruir ese divorcio que ha existido entre el aula y la realidad y enriqueciendo la enseñanza al conectarla con la realidad.