Hoy día son numerosas y diversas las referencias bibliográficas que tratan de manera teórica y/o práctica la Inteligencia Emocional, ya que existe una tendencia hacia una didáctica del corazón y el afecto, quedando evidenciados de manera cada vez más certera los beneficios y aportaciones a la formación integral del alumnado. No de manera tan generalizada suceden hechos similares referentes a la Inteligencia Social, aunque esta sigue ocupando un puesto más desconocido tanto para docentes como para madres y padres. Con el trabajo desarrollado se pretende realizar una revisión bibliográfica sobre los hallazgos más relevantes de ambas inteligencias ya señaladas. En el caso de la Inteligencia Emocional se parte de las aportaciones realizadas por Salovey y Mayer; Damasio; LeDoux; Goleman; Bar-On, entre otros. Referida a la Inteligencia Social los autores consultados han sido: Humphrey; Thorndike, Pelechano, Dunbar, Cacioppo, etc. En líneas generales, lo que se procura tras realizar este proceso de investigación de los autores de referencia es explicitar un modelo de trabajo cercano al aula que parta del tratamiento de las habilidades vitales, no de las distintas emociones. Estas habilidades quedan agrupadas en tres bloques: bloque intraemocional (yo emocional), intermoecional (yo social) y socioemocional (yo sociedad). Algunas de estas habilidades son: autoconocimiento y autonomía emocional; resiliencia; asertividad; concienciación y compromiso social. Además, el modelo Zeta ha de ser entendido como un eje sobre el que desarrollar planes concretos adaptados a la realidad de cada contexto escolar. De esta forma se podrá trabajar la Inteligencia Emocional y Social de manera transversal en cualquier área o incluso de manera interdisciplinar, para que así, toda la comunidad educativa camine en la misma dirección, la de educar al alumnado de una manera competente para la vida a través de la misma.