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La construcción de la identidad docente
La
identidad ha sido un tema de especial interés y abordaje a través de diversos
campos del conocimiento, toda vez que ha permitido reconocer diversas
características que constituyen al sujeto con relación a sí mismo y en donde
también el mundo social asume un lugar preponderante para la construcción de
identidades. Cuando se ubica en la educación, la construcción de identidad se
encuentra provista de multiplicidad de atributos que conlleva a explorar lo que
lo ha configurado al maestro en su proceso histórico, su ubicación presente en
el arribo a la docente y su proyección en torno a sus vivencias alrededor de la
práctica pedagógica.
La
definición de identidad es un concepto reciente en campos de conocimiento
dedicados a su estudio y se ubica en un panorama de construcción social
permeado por la cultura. Variados autores. Los postulados iniciales se orientan a partir de una teoría en desarrollo presentada por Turner y Brown (1978) quienes
citando el postulado de (Tajfel, 1981:255) como se citó en (Scandroglio et al., 2008)
aluden que la Teoría de Identidad Social (TIS) es importante ubicarla como un
aporte que posee pertenencia de ciertos grupos o categorías sociales,
comprendiendo que por más rica y compleja que sea la imagen de los individuos
de sí mismo en relación del mundo físico y social que les rodea, siempre será
necesario del apoyo de lo social para configurar su identidad.
De otro lado, autores
como (Zárate Ortiz, 2015)
considera influyente la comprensión de la categoría de identidad como
construcción social Charles Taylor
respecto a la construcción y apropiación de la identidad del sujeto en las
sociedades modernas contemporáneas a través de sus obras más recientes sobre
identidad y reconocimiento, en la que atributos como la narración de lo que
hacemos, de lo que somos y de quienes
somos hace parte del desarrollo identitario y donde este aspecto solo puede ser
constituido a partir de su relación social y política que se pueda dar en la
relación social con otros. En palabras de Taylor citado en (Cincunegui, 2009)
“es exclusivamente el modo en el cual los seres humanos habitan los espacios de
sentido donde florecen como personas” (p. 64)
Autores como
(Sen, 2001 como se citó en Carvajal 2015)
pone en sintonía la identidad social acogiendo
postulados cuando se indica que “ La
identidad social tiene que ver con el reconocimiento de necesidades sociales, mediante las relaciones que mantenemos con los demás se
construye el modo en el que nos definimos con respecto a los otros”(p,320) y en la que la libertad como un elemento apremiante
en la configuración de sujeto pues puede suponer trazos de propósitos de
carácter individual pero también colectivo.
Asimismo, Vera y
Valenzuela ( 2012) realizan un acercamiento al desarrollo de la identidad a
través de la cultura, ilustrando tres planos conforme los estudios Côtè, (1996, 1997, 2002, 2005) Côtè &
Levine, (2002) a través de la identidad social en la que un individuo presenta
tiene la estructura social en relación con planos analíticos sociales y
estructurales permeados por sistemas de norma políticos y económicos; de identidad personal en aspectos de la
experiencia individual que surgen de las interacciones en el autoconcepto a
través de los patrones concretos en el comportamiento y la cotidianidad con los
demás y la y la identidad del Yo, en el sentido subjetivo de continuidad y
donde hay una relación en con el dominio intrapsíquico del funcionamiento
humano.
Desde miradas más
recientes de estudios de la identidad, se encuentra como apremiante rescatar
postulados como los de (Bauman 2003, como se citó en González (2007 ) en donde bien cabe
posicionar la identidad en lo que define como la “modernidad liquida” queriendo
exponer de manera metafórica que la constitución de la identidad no es más que
el resultado de condicionamientos de estados, inseguridad, y riesgos asociados,
consecuencia del desmoronamiento de los estados de bienestar y todas las
tensiones suscitan la falta de certeza sobre las realidades que viven.
Ahora,
puntualizando en la identidad pedagógica como parte de uno de los estudios más
recientes de abordaje en la formación docente, diversos elementos han sido
abordados conforme a los vínculos contextuales del saber pedagógico. En este
escenario la identidad social acoge fundamentos en donde la educación transita
en desarrollos influenciados por la pobreza, la exclusión y realidades en las
que habitan otros, en los que han de reconocer diversos fenómenos sociales
(Vera, González y Duque 2018).
Al respecto ( Basil Bernstein 1998, como se citó en Abiétar & Marhuenda 2015) “Es precisamente esta consideración de
identidad pedagógica como la inserción de la carrera profesional en un orden
social lo que sitúa el núcleo de la injusticia social en las estructuras que
posicionan (y en las que se posicionan) las personas” (p.154). Sin embargo,
dicho postulado evidentemente puede considerarse maleable, en tanto las
demandas históricas, económicas, políticas y sociales de reconstruyen y las
oportunidades laborales se ubican en práctica pedagógicas que favorezcan la
participación y la justicia social como
eje transversal en la formación docente.
La práctica
pedagógica, la formación docente y la
educación infantil
Se ha venido dialogando sobre las discusiones que
suscita pensarse en la identidad como parte de la formación docente a través de
la interpretación de realidades mediadas por el contexto en el que se
desarrollan las prácticas pedagógicas en los maestros. En este orden se hace
necesario abordar algunas aportaciones que ubican atributos en la formación
docente como la resignificación frecuente del saber pedagógico, la función
social del maestro, sentido de vocación y el desarrollo de la práctica docente
y los desafíos que confiere considerar aspectos reflexivos en programas de
formación profesional en atención a la primera infancia.
De manera inicial, se puede decir que, la
formación docente ha sido durante décadas, tema
de significación y resignificación en el estudio propio del ser profesional
en educación, indiferente de la
disciplina a profundizar el marco común que da
fuerza al trabajo en la comunidad escolar se preocupa por el ser y hacer de la
docencia en diferentes contextos.
De allí que, sea
un tema de estudio obligatorio en los
programas de formación de pregrado en
diferentes países, este campo de estudio se
encuentra relacionado en gran medida con la función social
del maestro en los contextos tal
como lo enuncia Freire (1972)
y De Sousa (2010),
respecto al ejercicio docente desde la
condición de sujeto político e histórico que interpela la
enseñanza de los métodos y modelos pedagógicos.
De otro lado, para Lucio (2018), la
formación docente ha sido siempre un tema de disputa y
consenso mundial alrededor de la calidad educativa de la enseñanza primaria,
secundaria y universitaria, de esta forma se le ha atribuido el
carácter de gestión y administración más que una
preocupación social por la reivindicación social de los
derechos, la formación permanente, el alcance de los logros profesionales y el
aseguramiento de igualdad de condiciones económicas en relación con otras
profesiones socialmente reconocidas.
En este sentido, se
hace pertinente analizar el estudio propio del concepto de formación (Nieva
y Martínez, 2016) el
cual ha sido comprendido y analizado desde factores externos que guardan
relación con el papel económico, las necesidades y demandas sociales, así como los
cambios de paradigma educativos y
culturales. De allí que, no se ha configurado
como un punto clave que logre interpelar la formación humana en relación con el
ser en sociedad.
La UNESCO en el año 2014 en
su documento
de Antecedentes y Criterios para la
Elaboración de
Políticas Docentes en América
Latina y el Caribe, estableció cuatro focos temáticos de atención: formación
inicial, formación continua, carrera docente, e instituciones y procesos de las
políticas docentes en América Latina y el Caribe. En lo que
respecta al primero formación inicial los
estudios preliminares muestran en diferentes carreras de
formación docente, grandes falencias
relacionadas con: desarrollo de habilidades y
actitudes pertinentes para la práctica profesional; formación en ámbitos como
valores ciudadanos; conocimiento de lenguas extranjeras; formación para las competencias
del mundo global y la apropiación y uso pedagógico de TIC y, en general, la
escasa articulación con las reformas curriculares.
En este sentido, el campo de estudio de la
formación docente evidencia grandes tensiones que
involucran en primera instancia el
deber ser encaminado desde lo que se espera en
la calidad educativa de las diferentes instituciones regido
por las normativas legales vigentes, y
por otra parte el análisis
epistemológico que permite el estudio a fondo sobre las
intencionalidades últimas de la educación para
los licenciados y licenciadas.
Al respecto Vaillant
y Rossel (2006), en su estudio realizado sobre
la profesión docente en América Latina aseguran que
respecto a la categoría identidad y formación, los
docentes de países como: Argentina, Colombia, El Salvador, Honduras, Nicaragua,
República Dominicana y Uruguay, dentro del
grupo poblacional que hizo parte de la investigación, identifican su
rol profesional desde el sentido de la vocación o misionalidad, más que la
comprensión sobre el rol social sobre el posibilitador del desarrollo de
competencias y aprendizajes a lo largo de la
vida.
Particularmente en
la formación de licenciados en Educación Infantil, los recorridos se han situado
conforme al recorrido histórico de mejoras y acciones en las políticas
educativas para la primera infancia. Al respecto autores como Acosta (2020)
ubica postulados sobre la noción del campo a nivel profesional alrededor de la
historia de la educación y de la pedagogía, a partir de elementos como las
concepciones en la infancia, los hechos sociales y culturales y los diferentes cambios del sistema educativo. Asimismo Jiménez (2020) indica que:
La
educación infantil, sugiere de manera
inacabada pensar en las infancias como campo de estudios, contando con el niño
sujeto social, contemporáneo, autodeterminado, autónomo y subjetivo, provisto
de características en las que confluyen diversos aspectos que hacen parte del
entorno con experiencias significativas, en la que se debe asumir la práctica
pedagógica, teniendo en cuenta la diversidad de contextos, el desarrollo social
en Colombia y modalidades educativas de carácter público y privado
(p.78)
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