Si las culturas latinoamericanas nacieron de un proceso de transculturación, que determinó una nueva calidad de un todo que integró sus fuentes o afluentes,  posteriormente esa novedosa totalidad ya con conciencia de su ser esencial tuvo que convivir con otras culturas. En el caso de los newyoricans, diasporicans o de la diáspora cubana se demostraba que la identidad cultural era un paso previo que precedía en su  génesis a la identidad nacional y requería de un largo proceso de desarrollo de autoconciencia histórica.  En el proceso de relación social en una sociedad extranjera, estos emigrados y sus descendientes necesitaron de la búsqueda de una humanidad nueva con sed de raíces y un mundo espiritual diferente. Todos los casos mencionados de individuos blancos, mestizos y negros emigrados del Caribe  necesitaban seguir como una entidad distinguible, una vez en Estados Unidos, a pesar de las nuevas realidades sociales en el espacio ocupado.