La globalización y los modelos productivos de desprotección del campo mexicano aumentan la intensidad migratoria de la población indígena hacia las ciudades mexicanas, resultando en conflictos que estos grupos enfrentan al chocar con una modernidad ajena a su identidad y a espacios citadinos que los obliga a incorporar a sus hijos en el sistema de educación básica de las ciudades, sin que escuelas, ni maestros, ni cartillas de educación estén adecuados para darles garantías que refuercen su identidad indígena y su sentido de comunidad en las ciudades.Tales procesos integran mecanismos sociales de discriminación que históricamente se construyeron para excluir a los indígenas obligándolos a responder tratando de reducir su exposición a ser discriminado al negar su propia identidad y esconder sus orígenes étnicos. El documento basado en un proyecto del CONACYT, analiza las escuelas de educación básica de las ciudades como instituciones urbanas que reciben a esta población, examinando los recursos de infraestructura, técnicos y humanos para asumir esa responsabilidad.Utilizando técnicas cualitativas y cuantitativas, la investigación se concentró en grupos de niñas, niños y jóvenes indígenas migrantes de escuelas de educación básica en las trece ciudades principales de los estados de Campeche, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco y Yucatán, que conforman el cinturón urbano de la región sureste de México.Los principales resultados exponen procesos de transformación que dan cuenta de la acción de discriminación que se realiza en las escuelas urbanas hacia las y los niños y jóvenes indígenas llevándolos a responder de manera equiparable a la acción de maltrato que recibieron inicialmente para convertirlos en maltratadores y por ende validar el estigma de violentos y poco sociables de que son sujetos, en una posverdad que tiene un trasfondo cultural ya enquistado en los dispositivos de discriminación y control social hacia los grupos y comunidades indígenas.