En la propuesta el autor pretende articular los referentes éticos que permitan la fundamentación ética de una praxis socialmente responsable. Desde el horizonte interpretativo construido por la Modernidad es evidente la forma en que se estableció su lógica unívoca, performativa de la realidad, esto es: haciendo del conocimiento producido por su pensar un escenario carente de aquellos factores que afirman a la Vida como primera y última instancia del existir. Esta Vida adquiere un rostro concreto en la responsabilidad por el débil, por el Otro, de donde emerge la Ética. La posibilidad de la praxis ética es, por definición y contenido, social, pero de una Sociedad Otra, en la que cada sujeto y la comunidad de vivientes son fuentes de reconocimiento, de transformación y libertad.