Las nuevas narrativas mediáticas han permitido que las culturas juveniles: híbridas y digitalizadas, muestren sus espacios de creación y resistencia. Esto ha llevado a inducir que la participación política de los jóvenes no puede ser medida exclusivamente por el uso de los mecanismos de acción democrática tradicional, sino que a través de expresiones de carácter estético y cultural que circulan por las tecnologías de la información, logran promover y sustentar sus pensamientos y representación política. Durante el proceso investigativo de orden cualitativo y de tipo explicativo (Hernández Sampieri & et al, 2009), se acudió a la revisión documental y la observación participante, donde se pudo establecer que durante cuatro décadas los jóvenes de esta región de Colombia, en particular el Área Metropolitana de Bucaramanga, capital del departamento de Santander, han sido referente para los movimientos juveniles nacionales por su capacidad de organización, movilización y fundamentación ideológica. Del tradicional grafiti, música, grupos de estudio y marchas como formas de visibilizar sus ideas, ellos han agregado manifestaciones simbólicas como “el abrazatón” y la “tiw-telatón” con las que hacen presencia continuamente en la esfera pública para “dar cuenta de los asuntos públicos y estructurar la conciencia social” (Castillo, 2016. p,123). Los resultados muestran que los jóvenes de Bucaramanga hacen actividad política y con ella buscan mantener  presente en la memoria colectiva las dificultades y desigualdades sociales del país, más en los actuales momentos donde Colombia vive un proceso de posconflicto y se hace necesario que la sociedad en general, pero en particular los jóvenes, impidan que la violencia y el sectarismo primen sobre los espacios de reconciliación, y que la búsqueda de una paz amplia y duradera no sea un slogan de un gobierno, sino una realidad para todo un pueblo.