El trabajo muestra resultados de un estudio etnográfico elaborado en dos vecindarios de San Luis Potosí, capital; una ciudad de poco más de un millón de habitantes en el centro de México. Se compara a San Juan de Guadalupe —barrio antiguo y popular, erigido en torno a una plaza y una iglesia—; con el fraccionamiento Nueva Tangamanga —un vecindario “semi-residencial” amurallado y dotado de seguridad privada; un enclave periurbano de reciente construcción. Se defiende que las políticas neoliberales que han operado durante 35 años en la ciudad, han implicado, en el primer caso, vulnerabilidad y fragmentación vecinal; mientras que en el segundo, la producción de un "vecindario sin vecindad" cuya gestión es un negocio concesionado a una empresa privada que opera bajo principios biopolíticos de “urbanidad”. Dentro de dicho contexto socioespacial, concebido estratégicamente desde arriba, se producen en ambos casos, tácticas novedosas e ingeniosas de habitabilidad en el terreno de lo cotidiano y lo informal. Se aboga por políticas sociales que fomenten prácticas vecinales similares, en detrimento de las políticas de control reinantes.