En el presente artículo,  a través del método ver-juzgar y actuar, se desea contemplar a un joven inmerso en un contexto posmoderno Colombiano que le caracteriza por la exaltación de la subjetividad, de lo inmediato y del mundo digital, que le producen paradojas tales como individualidad y  deseo de aceptación, híper-conectividad y soledad, globalización y falta de proyecto de vida, que, en una época de posconflicto, le plantea nuevos desafíos tales como la reconciliación después de una guerra de más de 50 años. Desde esta realidad se juzga una necesidad de acompañamiento que apunte a salir del egoísmo y la relativización,  a una cultura del encuentro que permita actuar en pro de una identidad madura y así pueda decidir responsablemente su vida, en apertura a Dios como una posibilidad de sanar las heridas más profundas y generar capacidad de fraternidad.