La adultez mayor, tercera edad, senectud o cualquiera de los epítetos con que se tipifique a este grupo etario, que excede los 60 o 65 años de edad, se ha convertido en la contemporaneidad en un tema trascendental para las sociedades con alto grado de envejecimiento. Se han realizado aproximaciones a este fenómeno desde un enfrentamiento problemático para la sociedad, hasta un efecto positivo debido al avance ciéntifico. Todo ello está ligado a la implementación de políticas encaminadas a crear un estado de bienestar donde los ancianos ostenten desde sus diversidades la mejor calidad de vida posible. Es así que el presente trabajo evidencia la escacez de actividades y estudios que potencien al adulto mayor como un gestor del patrimonio cultural, en tanto la necesidad rectora de esta etapa de la vida es la autotrascendencia que abre un sin número de posibilidades de actuación y utilidad social para los senescentes y por ende ocupar un lugar en el entramado social de forma activa tributando en la preservación y gestión del patrimonio personal, social y universal.