La estabilidad política y económica percibida internacionalmente, estarían operando para configurar a Chile como un nuevo país receptor de inmigración (CEPAL, 2016). Con el retorno de la democracia, inicia una nueva etapa de la inmigración en Chile, caracterizada por un aumento de volumen y la llegada de personas del Caribe, especialmente de República Dominicana y Haití (OMI, 2017). Así, desde el año 2001 el perfil sociodemográfico de la inmigración en Chile muestra una fuerte presencia de personas afrodescendientes (Rojas & Silva, 2016). La  investigación realizada en academia nacional ha informado de condiciones de vulnerabilidad, discriminación y racismo hacia los inmigrantes afrodescendientes (e.g., Márquez & Correa, 2015; Rojas & Silva, 2016; Stefoni, 2011a, Stefoni & Stang, 2017, Tijoux, 2011, 2014a; Viuche, 2015). En la presente investigación nos interesamos por los flujos migratorios provenientes de Haití, país que incrementó en 2500% la recepción de residencias permanentes en Chile entre los años 2005 y 2015 (OIM, 2017). Nos centramos en las construcciones identitarias de sujetos haitianos afrodescendientes, dando cuenta del devenir de la racialización y el género a través de sus trayectorias migratorias. Además, nos posicionamos en una psicología social crítica, para la cual la investigación en cuestiones de identidad y relaciones intergrupales exige hacer referencia a la cualidad irreductible y mutuamente constitutiva de lo individual y lo social, considerando los contextos socioeconómicos, políticos, culturales e históricos vinculados a la experiencia individual (Parker, 1999; Teo, 2012). Finalmente, desde una perspectiva interseccional, analizamos los cruces analíticos entre los ejes de diferencia de etnicidad y género, con atención a las construcciones de masculinidad (Connell, 1995, 2013a, 2016), considerando estos ejes de diferencia como dimensiones articuladas en múltiples niveles y relacionadas con la emergencia de sujetos específicos en contextos particulares (Brah 1992, 2011, 2012).