La lucha libre mexicana es un deporte cargado de espectacularidad, teatro y circo. Si bien esta actividad se desarrolló en Europa, fue rápidamente incorporado y modificado en México al punto de ser considerado un fenómeno local de exportación. A comienzos del siglo pasado, lucha libre mexicana comenzó a estar presente en diferentes espacios de encuentro como son las ferias, los mercados y otros eventos sociales a lo largo del territorio mexicano, y llegó a expandirse a medios masivos como la radio, la televisión y el cine. Una de sus características fundamentales: la utilización de máscaras, fue adoptada vertiginosamente por la mayoría de los deportistas, que poblaron de personajes e ídolos a la lucha libre.  En la década de 1950 surgieron figuras populares, que modificaron definitivamente la escena (santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, entre otros). Estas narrativas construyeron sus propios mitos, y héroes, que hoy significan más allá de las arenas. Dicho deporte-espectáculo, entendido como una performance, es considerado una expresión de la cultura popular mexicana, con su propia iconografía y un campo simbólico característico y específico que ha rebasado otras esferas de la sociedad y el arte Mexicano.De la lucha libre internacional a la lucha libre mexicana se encuentran transformaciones, agregados, resignificaciones y nuevos rituales que modificacan el mismo núcleo de la práctica deportiva.En la presente comunicación, se problematizará el proceso en el que una práctica deportiva, es adoptada y transformada culturalmente, poniendo en discusión los conceptos de hibridación y amalgama cultural que llevaron a considerar un deporte foráneo como una expresión propia de la cultura mexicana. El material analizado parte del trabajo de campo que comenzó en 2009 y se desarrolla hasta el presente, con luchadores, público, y otros actores sociales que forman parte de dicha expresión.