La propuesta es resultado del estudio que se plantea dentro de sus interrogantes ¿cómo se concibe el concepto de tradición y patrimonio en tiempos de globalización, con el apogeo de las industrias culturales, la implementación de una economía naranja y el uso de las nuevas tecnologías? Tal cuestionamiento, se inserta en el contexto del Carnaval de Barranquilla declarado como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad donde los discursos políticos, pedagógicos y cotidianos permean la realidad de un momento histórico que hace evidente que las practicas o manifestaciones tradicionales como la danza y la música se transformen afectando su componente ritual y sus esencia patrimonial. El patrimonio está constituido por todas las expresiones tradicionales materiales e inmateriales que están revestidas de un gran valor histórico para las comunidades y que se configuran como la herencia de los pueblos. De esta manera, representan a la sociedad por sus características y peculiaridades convirtiéndose en la condición inherente en la configuración de la identidad cultural como sujetos colectivos. Es así como el patrimonio cultural de una nación es también su capital cultural al fundarse en la transmisión de experiencias, conocimientos, aptitudes que son el principal recurso en la generación de procesos innovadores. Es así como es posible identificar algunas tendencias que afectan la definición del patrimonio, entre ellas la relacionada con el reconocimiento de su carácter diverso, la democratización del patrimonio, la multiculturalización de lo patrimonial, y finalmente, la privatización y comercialización de lo patrimonial donde en palabras de Carrera y Dietz (2015) lo público y lo privado generan estrategias para la explotación turística del legado patrimonial.