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Después de cincuenta años de confrontación y violencia, se logró en el estado colombiano la firma del acuerdo de paz con las guerrillas de las FARC. A partir del 24 de noviembre de 2016, con la consolidación del convenio en el teatro Colón de Bogotá, se implementó por parte del gobierno una agenda para el tiempo de posconflicto. Caminos que ofrecen posibilidades para la restitución y la búsqueda de la verdad. Elementos necesarios para una sociedad atomizada por los problemas internos y corrupción que debilita las instituciones. Desde esta realidad, se desea proponer una cultura de comunión que disponga a un encuentro sanador entre las víctimas y los victimarios. En este sentido se reconoce que si bien, las estructuras sociales son importantes para edificar la paz, se requiere además de una consolidación procesual y verificada que incluya el elemento teológico de la reconciliación, que posee una lógica diferente a la de una negociación estatal, y que implican tanto a los afectados como a la sociedad en general.

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La reconciliación como aporte teológico para la construcción de paz en Colombia

Hacia una cultura de la comunión

 

La violencia en Colombia generada por el conflicto armado por más de cincuenta años con la guerrilla de las FARC ha dejado un gran número de víctimas que claman por una necesaria reparación. Si bien, se reconoce que no son los únicos grupos armados subversivos que han existido en la nación, se pone como ejemplo el acuerdo logrado en noviembre de 2016 con esta guerrilla como un gran paso para ir construyendo la paz. Desde esta realidad se desea proponer un camino teológico que comprenda la reconciliación y la comunión como elementos necesarios para sanar las heridas.

Iniciando en el escenario social, se focaliza el estudio desde el nacimiento de las FARC hasta el tiempo del posconflicto.  Como primer paso, se trata de buscar la verdad de lo sucedido. Con la vulneración de los derechos humanos, las personas afectadas han reclamado para que no se niegue el conflicto. Se trata de no esconder bajo eufemismos edulcorados la realidad que pretenda satisfacer intereses privados generando impunidad y falta de atención a los que más sufren.

El acuerdo de paz implica la elaboración compleja y delicada de una paz verificada y sostenible. Como producto de este convenio se llegaron a seis grandes puntos a realizar para generar una atención procesual en los afectados por la violencia, entre los que se cuentan, desarrollo agrario integral, participación política, solución al problema de drogas ilícitas, víctimas del conflicto armado, fin del conflicto y la ejecución de estos puntos, con su debida verificación.

Tomando en cuenta el establecimiento jurídico y las comisiones creadas por parte del estado, se desea plantear la propuesta teológica que implica responder efectivamente al clamor de los que lloran, para que, a través de la gracia de Dios se puedan sanar las heridas profundas de los lesionados a causa de la guerra. Para ello es necesario hablar de las heridas de las personas que han sufrido las consecuencias de la guerra y la necesidad de unos victimarios que reconozcan sus faltas.

Referirse al concepto “reconciliación” no es hablar de impunidad o de obligación a un proceso. Se requiere de un buen discernimiento para interpretar adecuadamente este término. En no pocas ocasiones se ha pensado que el perdón y la armonía social equivalen a una negación del conflicto, a una obligación para acceder a mecanismos de solución realizados por el Estado, o a un olvido de lo que pasó. En este estudio se comprende que “la reconciliación” implica la búsqueda de verdad para hablar de un genuino encuentro, teniendo en cuenta la historia particular de la sociedad colombiana.

Entre las condiciones esenciales se describen la debida libertad. En este sentido la apelación al amor cristiano nace de una necesidad de reparación en el interior del corazón desde la gracia que proviene de Dios. El reconocimiento de las heridas, de las masacres que siguen sucediendo en la sociedad colombiana, la apropiación de delitos y la debida reparación, son elementos sin los cuales es difícil hablar de puentes y lugares para construir la paz.

Desde lo anterior se propone la cultura de comunión que nace en Dios y se elabora en el contexto de las personas afectadas por la violencia. De esta manera la cuestión no se centra en los organismos gubernamentales y comisiones creadas, sino en el proceso a realizar con las personas y las comunidades.  Para ello se busca iniciar desde la víctima, para que, por medio de su testimonio, invite al agresor a una concienciación del delito. 

El acompañamiento a estas comunidades ayuda a trazar caminos para que toda persona (sea creyente o no) pueda hallar la sanación tan necesitada. Desde esta lógica, la oración por los que sufren, la búsqueda de un desarrollo integral y la verificación de los elementos básicos para que se genere la reconciliación, constituyen elementos vitales en la generación de caminos para la comunión. No se obra porque las personas sean creyentes en Dios, sino que, al actuar por el bien social de toda persona, se testimonia el amor de Cristo que no hace diferencia de estratos ni culturas. 

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Main author information

John Edward Trujillo Ríos (Colombia)
Universidad Católica de Oriente (UCO) (Colombia) 3864
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