A los países pobres se les ha llamado «Países en Vías de Desarrollo», cuando en la fase actual de la economía mundial –la globalización- esas naciones se alejan aún más de alcanzar el estatus de desarrollados; son países pobres y el subdesarrollo se acentuó en ellos aún más por diversos factores: uno de ellos es la pérdida de la capacidad de alimentar a su propia población. Los gobiernos neoliberales de los países pobres aumentaron la dependencia alimentaria, al realizar un ajuste estructural agrícola, basado en supuestas ventajas comparativas, suponiendo que resultaría más barato importar alimentos que producirlos internamente. Con las políticas neoliberales, los países pobres abrieron las fronteras a la importación de productos agrícolas provenientes de los países desarrollados a precios dumping (productos subvencionados que se venden por debajo del costo de producción). Lo anterior en detrimento de la producción interna y  llevar a la ruina a millones de campesinos de los países pobres. La FAO establece que para que un país tenga seguridad alimentaria debe producir más de 75 % de sus alimentos, para de esta forma no ser vulnerable de las oscilaciones en los precios, las crisis económicas, la escasez en el mercado internacional y a las presiones políticas. Hasta finales de los años setenta la generalidad de los países pobres tenía una producción agropecuaria excedentaria lo que les permitió tener una balanza comercial superavitaria en agroalimentaria. Esta situación llegó a su punto máximo en 1977, cuando alcanzó las cifra de 17,500 millones de dólares americanos. A partir de esa fecha inició el declive con la tendencia hacia un crecimiento más rápido de las importaciones que el de las exportaciones. Las previsiones para 2030 indican que el déficit comercial agrícola de los países pobres aumentará todavía más; acentuándose especialmente las importaciones de cereales y productos pecuarios.