El objeto de este escrito es interpretar la noción de Drama que plantea Víctor Hugo en el prefacio a Cromwell. Dicha noción excede la categorización de dramaturgia y se presenta como una estética de la humanidad moderna, una inversión del Drama griego como estética exterior hacia una visión desde el interior del ser humano. A través de dicha noción, Víctor Hugo muestra que el Drama en su concepción moderna desarrolla  las expresiones de las edades humanas precedentes (la Oda y la Épica) que a su vez contenían el Drama en germen. Tiene por objeto observar las tres edades en las que se debate el Drama, las cuales reaparecen constantemente pero, como enfatiza Víctor Hugo, sin mezclarse. El punto de partida para este análisis es el mismo del Drama para Víctor Hugo, la religión, desde la que se desprende la noción de la humanidad como esencia inacabada y así mismo su expresión. El escrito analiza la naturaleza de la humanidad y de su expresión; asimismo, la tentación como gesto que hace aparecer al ser humano en medio de las edades y, por último, se revisan las edades del Drama para mostrar la noción de la irrepresentabilidad del ser humano, como proponía Víctor Hugo, en obras que exceden la categorización de dramaturgia, como La tentación de San Antonio de Flaubert, La leyenda del Gran Inquisidor de Los hermanos Karamazov de Dostoyevski y el episodio de Circe del Ulises de Joyce.