Las estadísticas de muertes humanas como resultado de la violencia diaria en este milenio contrastan con avances y descubrimientos tecnológicos e interdisciplinarios que prolongan el promedio de vida, métodos diversos para la reproducción asistida y propuestas innovadoras para prótesis e implantes que favorecen un mejor estilo de vida. ¿Cómo estar ante la búsqueda de oportunidades para una sociabilidad viable para todos, cuando dicha noción no vislumbra en el imaginario colectivo a todos los seres humanos? Las vidas existentes no son igualmente valoradas y en muchas ocasiones ni siquiera forman parte del amplio espectro; en este sentido, el escenario actual nos confronta con el incremento alarmante de pérdidas humanas y las causas por las cuales se eliminan esas vidas. Como parte de la comunidad científica social me parece impostergable discutir sobre Feminicidio y problematizar el dilema ético-moral inminente ante la explicación de que estas muertes obedecen a la diferencia genérica: las matan por ser mujeres. En esta ponencia reflexionaré sobre cómo se producen cuerpos indefensos y desechables a través de mujeres asesinadas como una práctica cotidiana en la ciudad de Puebla y la respuesta de familiares, asociaciones civiles y representantes del gobierno durante los años posteriores al 2012 cuando fue tipificado como delito. El feminicidio pone sobre la mesa de discusión el papel del Estado por no brindar condiciones de seguridad mínimas necesarias para que las mujeres transiten por las calles y se relacionen en ámbitos laborales, familiares y cualquier espacio sin ser violentadas. También nos lleva a replantear los vínculos inminentes entre las categorías analíticas de sexualidad, cuerpo, género, edad y clase social, ya que dan cuenta que la desigualdad genérica denunciada por el movimiento feminista desde el siglo pasado evidencia que el reconocimiento de la vida humana atraviesa por las interacciones entre sujetos producidos como hombres y mujeres. https://youtu.be/IOArLDQITyM