Desde las primeras épocas, en que las ciencias sociales estudiaban las relaciones humanas y el poder, surgieron los conceptos de violencia y agresión, debido a la inquietud de explicar las conductas conflictivas del hombre. Para esta investigación se tomó como referencia específica la definición de Dan Olweus (2005) quien señala que el acoso escolar es toda conducta agresiva, negativa, repetitiva, realizada por un individuo o un grupo contra otro individuo que tiene dificultades para defenderse a sí mismo, así lo que se produce es un desequilibrio de poder. El poder es una realidad presente en todos los ámbitos de la vida humana y juega un papel esencial  en la determinación  de las formas de ser y de actuar de las personas y grupos. El poder puede influir en el comportamiento de manera mediata, contribuyendo a configurar el marco  institucional, social y material en el que actúan las personas, o de manera inmediata, a través de la coerción directa, física o moral. Sin embargo el poder tiende a ocultarse y aun a negar su existencia. El poder se da en todas las relaciones sociales, se basa en los recursos de que disponen los actores, y producen un efecto que configura la relación social. Así el poder es aquel diferencial de recursos  que  se produce en las relaciones sociales  y que permite a un individuo imponer sus intereses y voluntad a los otros (Baro, 1996). En esta investigación, realizada a través de un análisis de datos reticulares, la mayoría de los acosadores no se identificó a si mismo como acosador, y daban una justificación de sus actos a través de discursos descalificadores de los otros. Los identificados como acosados, se ubican en el acto como víctimas, pero también se pueden volver victimarios.