Osvaldo Lamborghini ha sido canonizado como uno de los escritores más relevantes del siglo XX para la literatura argentina. No obstante, la reciente aparición de una voluminosa cantidad de manuscritos, pinturas, libros y cuadernos intervenidos hace necesario volver a plantear su ubicación en la geografía literaria. Sus papeles póstumos corresponden a su producción en el lapso que abarca de 1980 a 1985, cuando el autor estaba emplazado en Barcelona. Estos papeles, todavía inéditos, trabajan con la noción de borrador y de manuscrito de forma particular. En lo que atañe al concepto de ‘borrador’, toda su obra puede pensarse como un constante work in progress. En lo que respecta a la categoría de ‘manuscrito’, Lamborghini la tensa hasta lo imposible, sacando de quicio a la página abstracta de la literatura para infundirle una materialidad hasta entonces desconocida. Su abandono de la máquina de escribir y el vuelco a la escritura a mano alzada pone en primer plano la afección corporal que implica el acto de escritura (por los vaivenes de la caligrafía), insertando los afectos como parte integral del manuscrito, e incorpora la visualidad y la espacialidad como condiciones que no pueden ser separadas de lo textual. Estos papeles póstumos invitan a repensar la relación entre lo visual y lo literario, y anticipan lo que Josefina Ludmer (2006) habrá de llamar literaturas post-autónomas.