Para poder obtener una imagen fotográfica de los espacios arquitectónicos, primero tenemos que aprender a analizarlos,  a entrenar nuestro ojo para que recorra el espacio y estudie tanto su geometría como sus contrastes de luz y color. La fotografía es un método de representación gráfica y nos enseña una imagen subjetivada de la realidad, manipulada tanto por el fotógrafo como por la propia cámara fotográfica. Aunque no podamos recoger con exactitud este espectro de luz en una imagen en papel o digital, cada vez que hacemos una fotografía intentamos buscar, investigar, cuál es la mejor imagen, la que nos explique mejor el espacio. Una de las grandes dificultades para encontrar la imagen o imágenes representativas del espacio, es que éste nos envuelve en todas las direcciones, en contraposición de cuando está quieto (fotografía, dibujo, collage, fotomontaje,…).   El dibujo nos puede ayudar a encontrar esta imagen representativa del espacio real. Si dibujamos primero el espacio nos obligará a mirarlo, a explorarlo y a entenderlo, y a través de la mano podremos hacer esta transmisión directa entre los ojos, y el papel. No tiene que ser un dibujo elaborado, sino un dibujo de idea, que utilice el mínimo de líneas necesarias para explicar el espacio arquitectónico. Esta imagen bidimensional simplificada del espacio que obtendremos a través del dibujo nos identificará las visiones más representativas del lugar, que nos servirán para después a través de la cámara fotográfica poder capturarlas. Obtendremos una imagen fotográfica final que se corresponderá con nuestra mirada representativa del espacio a través del dibujo.