La investigación que subyace tras este taller es que en los tiempos actuales el ser humano no es consciente de su corporalidad, los discursos mediáticos ofrecen y promueven la aceptación de modelos estandarizados de estética corporal que muchas veces nada tienen que ver con los sujetos que los reciben y consumen, generando que, fenómenos como ansiedad, estrés e insatisfacción se manifiesten en el individuo. Aunado a lo anterior el dibujo corporal autoconsciente se presenta como un camino que sirva para contrarrestar tales estados volviendo conscientes de su corporalidad a los ejecutantes de éste. El presupuesto conceptual que sostiene a dicha propuesta es que a la hora de dibujar hay una atención exógena hacia el objeto o imagen que estamos visualizando (mental o físicamente), pero no una consciencia endógena, hacía lo que nuestro cuerpo está sintiendo y haciendo. La propiocepción será la principal herramienta para el desarrollo de este tipo de dibujo, alejándose de los cánones establecidos de mímesis y preocupación por las representaciones de alta iconicidad. La intención y atención principal es volverse consciente de las capacidades de los puntos de articulación clásicos que utilizamos al dibujar, a saber: hombro, codo, muñeca y mano (articulación del pulgar y conjunto metacarpiano). Cada articulación tiene una estructura diferente y por lo tanto permite una función específica en el trazado. Las piezas se desarrollan a través de ejercicios de exploración performático-reflexiva, con una búsqueda que involucra al cuerpo en dos niveles: mecánico, debido a la repetición constante de movimientos que ejerciten la articulación y lleven a un dominio y conocimiento de las capacidades individuales de trazos y gestos; y autoconsciente, pues dichos movimientos no deben caer en el automatismo.