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El espacio de “deriva” aparece tanto en el espacio de laboratorio como en el taller del artista como un momento asociado a un estado de escucha, que otorga las herramientas estéticas y de transformación social cuyo detonante, va de la mano con la instrucción “voltear los ojos hacia adentro”; (metodología de aprendizaje basada en IAP propuesto por Plaza, Campuzano y Espinel (2009-2010) y Plaza y Campuzano (2009; 2010 y 2011), que funcionará en agenciamiento con los laboratorios de investigación – creación en artes, aplicada a la población de adultos mayores marginales del oriente bogotano; UPZ 90, Pardo Rubio: desarrollado en los lavaderos del barrio “El Paraíso”, uno de los últimos lavaderos comunales de la ciudad, considerado espacio patrimoniable. ).  En este espacio, la planificación hace una pausa, dado que para el participante, salir del espacio de deriva implica hallar sus propias herramientas de creación- expresión pero también encontrar las preguntas correctas alineadas al objetivo final del laboratorio que es la búsqueda de nuevas estéticas locales. El evento que inaugura el estado de deriva es en todos los casos un evento vital,  y no solo el participante se enfrenta al reto de salir de dicho estado sino que el tutor, consciente de compartir dicho espacio vital con el estudiante, debe crear en tiempo real imágenes acordes a los hallazgos in situ; dichas imágenes son el retrato vivo de la condición política y cultural de los espacios urbanos de la ciudad que reclaman  ser visibilizados .