La interconectividad propia de la actual Era tecnológica ha causado un shock social profundo, con evidentes derivaciones hacia múltiples y variados aspectos. De entre esas evidencias y profundizando en el impacto producido por las redes sociales, destaca la desmitificación de la presuntuosidad y la puesta en marcha de procesos de socialización desmedidos, capaces de configurar personalidades diferenciadoras, supuestamente únicas, deseosas de comunicar un particular way of life. Y los usuarios de estas plataformas han encontrado en las múltiples posibilidades de la fotografía un canal de auto-proyección a través del cual hacer visible esa particular presencia, inserta en una premeditada puesta en escena donde elementos superfluos simulan una espontaneidad vacua. El atávico culto al ego vive hoy una nueva Edad de Oro, perceptible en innumerables instantáneas que han convertido tan peyorativa actitud en conducta normalizada. El éxito, la belleza exterior, la popularidad, el cultismo o la riqueza material –todas supuestas–, generan una impostada felicidad que necesita ser difundida de inmediato a través de perfiles oficiales.La necesidad de alcanzar una cierta proximidad emocional conduce al espectador a fijar su mirada en un único motivo: el yo-yo-yo de la persona representada. Ésta, en su plenitud, no deja espacio para nada más, transmitiendo la idea que solo vive para de sí misma y que busca, de manera eficaz, satisfacer sus ocurrentes y obsesivas necesidades.El presente estudio tiene por objetivo analizar icónica, simbólica y formalmente un cuantioso elenco de fotografías que, alojadas en cuentas de acceso público, plasman esa idealizada vida de mujeres y hombres deportistas, personajes del mundo de la política, los negocios o la cultura en todas sus variantes. La historia del arte, la antropología, la sociología y la psicología actuarán de trasfondo analítico para comprender el modo en el que los recursos fotográficos son empleados por tan ‘empáticos’ protagonistas.