En la actualidad la idea de la fotografía como prueba histórica, social y cultural ya no se pone en duda y existen en todos los países instituciones públicas y privadas que no solo lo custodian, sino también lo ponen a disposición de la sociedad aportando así un importante factor de conocimiento histórico. Desde el fin de la II Guerra Mundial, la sociedad se ha preocupado por cuidar, proteger y conservar el patrimonio, los conflictos convierten en escombros cualquier elemento de valor cultural. Así, el patrimonio fotográfico se ha convertido en una prueba visual del pasado y presente. Su importancia ha llevado a que, en los últimos años, localidades de todos los tamaños hayan solicitado imágenes antiguas a sus ciudadanos para crear archivos históricos. La digitalización y conservación del patrimonio cultural europeo se ha convertido en un gran reto mundial. A través de Internet, se ha conseguido cambiar la forma en la que los ciudadanos se pueden acercar a la historia visual. Salvador explica que “apoyando la tarea de recuperación y difusión del patrimonio fotográfico, numerosas instituciones públicas y privadas como archivos […] han realizado una tarea excepcional con objeto de dar visibilidad a sus fondos en la red” (2015: p.16) La presente investigación expondrá cómo actualmente las localidades se han unido al boom de los archivos fotográficos y se centrará en cómo la fotografía se ha convertido en una prueba de historia a lo largo de los años, a nivel local, analizando las aportaciones de Julio Sánchez Millán y global, con Jalón Ángel y, por último, se expondrá una visión general de cómo los fotógrafos documentales actuales se están convirtiendo en portadores de pruebas de los conflictos para un futuro, permitiendo comprobar las repeticiones en la historia y aportar documentos visuales de interés y relevancia histórica, política y social.