El presente artículo establece una comparación entre la arquitectura americana de comienzos del siglo XX y la arquitectura menor europea del mismo siglo mediante un concepto común que las vinculan: la resistencia, desistimiento e insistencia aplicadas desde campos de conocimiento coetáneos (dibujo, escultura o literatura). De este modo, el dibujo y la escultura parten como campos de resistencia mediante el uso de la forma y límite como regidores arquitectónicos en la megalomanía del nacimiento de Nueva York. Si bien lo vemos en la constricción de la retícula de Manhattan como dibujo en el territorio que la construcción debe respetar, también lo vemos en las esculturas y dibujos de Hugh Ferriss, comprendidas como “hormas” que delimitan en sus formas, a modo de maqueta a escala reducida, el máximo volumen permitido que la arquitectura podría optar a levantar en un territorio dado. Así, la escultura y el dibujo dictamina hasta donde le está permitido a la arquitectura construir y crecer, es decir, se oponen como resistencias arquitectónicas. Por otro lado, encontramos el acto de desistir en la arquitectura a la hora de buscar salida en una construcción reticular y menor abordada por Jill Stoner en “Towards a minor architecture” (2012). Los ejemplos de este tipo de arquitectura menor, recursiva y sin salida aparecen en la literatura kafkiana como “El proceso” (1925) o los grabados de Piranesi como aquellos autores, ahora arquitectos según Stoner, que ofrecen una nueva revisión de la arquitectura y sus mitos. Con todo, algo insiste en la construcción arquitectónica americana y europea; un trabajo de forma, estructura, desistimiento y resistencia relacionadas a otros campos artísticos.