La necesidad de ser tenido en cuenta en los diversos espacios académicos es una de las más inmediatas que presentan los estudiantes de los primeros semestres universitarios, ya que son sometidos a una especie de segregación académica en la que se les ignora en los diversos escenarios pedagógicos como lo son seminarios, congresos, ferias y semilleros de investigación. Es por ello que surge la necesidad de buscar la participación de los estudiantes en estos espacios a través de la práctica y la investigación como ejes motivadores de su proceso de aprendizaje y, de paso, disminuir la deserción de estudiantes en los primeros semestres. Según Humberto Maturana “la posibilidad de innovar siempre está ahí si uno está dispuesto a reflexionar, a soltar las certidumbres de donde está parado y a preguntarse si quiere estar donde está”. (Cooperativa.cl, 2012). Ello invita a generar espacios participativos, que permitan a los estudiantes expandir las expectativas por su carrera y los procesos de investigación, así como introducirlo en lo que podría convertirse en su trabajo de grado. Sin embargo, estos espacios en la mayoría de las instituciones de educación superior no incluyen dentro de sus participantes a estudiantes de primeros semestres, en ocasiones por considerar la poca preparación académica y la falta de conceptos básicos tanto de la ciencia como de la Ingeniería de los que carecen los estudiantes a esta altura. Creando de esta manera un “semillero” cooperativo y participativo de los diferentes estamentos de la comunidad decididos a aportar en pro de la construcción de nuevos proyectos y el fortalecimiento de nuevas ideas. Si se logra conectar al estudiante con lo que piensa y siente, sin olvidar su proceso de formación académica, es posible obtener entonces como ganancia APRENDIZAJE.