Desde hace ya algunos años la cuestión educativa ha ido modificándose a nivel mundial, se ha pasado de un esquema conocido como “tradicional” a otro basado en “competencias”. En donde el primero sirvió como base fundamental para la construcción del actual Estado mexicano, era prácticamente una extensión del sistema: vertical, autoritario, memorístico. Con el paso del tiempo y a partir de la participación de la sociedad civil, la cuestión educativa se modifica de tal manera que los alumnos, y no la institución solamente, se vuelven el núcleo del proceso educativo. Para ello, se hizo necesario cambiar ciertos paradigmas establecidos, fundamentalmente con los docentes. Aunque han existido fuertes resistencias por parte de los docentes, una parte importante se centró en prepararse para lo inminente: Reforma en la Educación nacional. Poco se ha discutido de la política educativa como tal: sus contenidos, actores, procesos e impactos logrados a lo largo de los años. Si el siglo XXI es, el siglo del conocimiento, del saber, de la educación y el aprendizaje permanentes, no estamos ingresando en él con el equipamiento intelectual mínimo. Que el Estado defina su Modelo Educativo vía la Reforma Educativa es de suma trascendencia, pues éste deberá proyectarse en todas las funciones básicas de la escuela: docencia, investigación, extensión, vinculación y servicios. Dicha Reforma tiene que ser debatida, como política pública que es, en el seno de la comunidad académica (autoridades, profesores, estudiantes y padres de familia). Cómo es que el proceso se ha comportado es lo que nos interesa mostrar en este documento. La forma en que se tiene que modificar la escuela para el siglo XXI, así como el papel trascendental que tiene el Estado en esta relación docente-alumno-autoridades.