Desarrollo, modernización o crecimiento son aspectos del orden económico que invaden los espacios de lo territorial, cambian formas de vida, sistemas de producción, alteran el paisaje y moldean el lugar bajo una premisa economicista. Cada época histórica ha dejado de manera indeleble sus trazos en el territorio. Así la configuración espacial ha obedecido a distintos postulados, modas e incluso órdenes de quienes tienen el control territorial. Con todo ello el continente americano, desde la llegada de los españoles, ha sufrido toda clase de transformaciones territoriales.La naturaleza en estado primigenio se encontraba en América. Un nuevo mundo que por desgracia de la civilidad fue apropiado y transformado a paisajes domesticados evocando a Europa (Pratt y Meneghetti, 1988). En todo caso, la intervención humana sobre los espacios territoriales es una acción de poder que transforma los lugares, es por eso “cada vez más difícil establecer fronteras entre la naturaleza primigenia y la naturaleza alterada” (López, 2002, p. 141).La irrupción en los espacios naturales rompe el ecosistema, altera el equilibrio ambiental y degrada el paisaje fragmentándolo para uso en actividades productivas. El hombre actúa entonces en contra del equilibrio del ecosistema, tergiversando las leyes de la naturaleza y asumiendo un rol de poder y dominio sobre el más débil (Sahlins, 2014), en este caso el bosque.