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En un contexto en donde parecería que el cuidado del medio ambiente se ha tornado en una moda o en un producto más de consumo, se debe reflexionar en torno a la inconmensurabilidad de los impactos negativos, en materia medioambiental, que implican las más nimias decisiones que se toman. El problema es lo poco que importa la vida en un sentido amplio y profundo del concepto.La  decisión sobre qué comer, conlleva implicaciones graves y el impacto medioambiental es  exorbitante. El pretexto para esta reflexión será la cuestión ¿cuánto vale o cuánto cuesta un pollo rostizado? trata de dar paso al Imperativo Bioético acuñado por Fritz Jahr en 1926, que implica la necesidad de lograr un equilibrio entre los valores y los objetivos de vida de todos los seres vivos, evitando en todo momento la hybris, la desmesura irresponsable y ridícula, si se piensa en los comensales que son incapaces de terminar de comer los alimentos -a base de seres vivos ya sean animales o vegetales- que ordenaron. Este imperativo implica la consideración de cada ser vivo como un fin en sí mismo y su trato como tal en la medida de lo posible. ¡En un acto de amor y compasión, se respeta y honra a la vida vegetal o animal que devino en alimento al evitar que resulte en basura!