Este trabajo analiza los elementos de la Identidad Profesional Docente (IPD). Esta “lente analítica” engloba dimensiones fundamentales que construyen la profesionalidad docente. En primer lugar, la IPD comprende un conjunto posicionamientos ontológicos y consideraciones sobre educación referidas a la concepción sobre las finalidades sociales de la escolarización o de la práctica docente. En segundo lugar, una autopercepción o forma en la que el sujeto se define a sí mismo como profesor teniendo en cuenta las características personales y profesionales que lo condicionan. En tercer lugar, las vivencias emociones referidas al desarrollo de su vida profesional. En cuarto lugar, la autonomía docente percibida y la competencia profesional para la toma de decisiones, entendida como el margen profesional que tiene el profesorado para, a través de su práctica, intervenir y cambiar realidades socio-culturales. En quinto lugar, el reconocimiento externo de la labor docente, vinculado fundamentalmente a la administración educativa y las familias. Esta dimensión incluye la percepción que tiene el profesorado sobre el apoyo, seguridad y respaldo de la administración así como el estatus y reconocimiento social. En sexto lugar, la actitud ante la legislación en forma de adaptación, resistencia o estrategias de negociación de conflictos de identidad. Se trata de una dimensión con dos componentes: pragmático e ideológico, siempre dependiente de la discrepancia entre la exigencia de la legislación y la realidad educativa percibida. En séptimo lugar, el clima socio-profesional y la cultura escolar nutrida por las relaciones profesionales en los centros y en la comunidad educativa. Por último, las expectativas y proyecciones de desarrollo profesional condicionadas por los compromisos y expectativas de progreso en la profesión. Estos elementos están experimentando transformaciones en el contexto de neoliberalización educativa que originan tensiones y desequilibrios en los elementos que conforman la IPD.