Que la trayectoria de Carlos García-Alix (León, 1957) sea un secreto a voces, confirma el modo que tenemos los españoles de sobrellevar nuestra historia. Este pintor literario, amante fiel del archivo, escritor en sus ratos libres y cineasta inclasificable, ha pertrechado una obra rigurosa que hace frente a los fantasmas del pasado con la tarea impertinente y esencial de mirar para entender. Su trabajo se ha focalizado en un intento por vislumbrar, desde la experiencia estética, las encrucijadas que asolaron el siglo XX. Esta comunicación focalizará sus esfuerzos en el análisis pormenorizado del docudrama, El honor de la injurias (2007) que Carlos García-Alix escribió y dirigió con fe de hierro, sustentándose en cada momento, en la poesía de la tragedia que empapa todos sus proyectos. Gracias a este largometraje documental, basado en una laboriosa búsqueda en los más relevantes archivos y hemerotecas tanto nacionales como  internacionales, accederemos a la historia íntima de un personaje tan brutal como fue Felipe Sandoval (Madrid, 1886-1936); el pistolero anarquista más odiado y reverenciado de su tiempo. Con un estilo realista, depurado y medido, que recuerda al mejor cine de gánsteres, García-Alix recupera una parte de la memoria de nuestro país que parecía sepultada por una mirada inteligentemente perversa. Analizaremos, pues, cómo el bildungsroman criminal que nos presenta el autor, sirviéndose de fotografías y documentos de la época, se asienta sobre una base testimonial que huye del sentimentalismo, y acepta, no sin consecuencias para el espectador, unas contradicciones dolorosas que la Historia muchas veces omite a conciencia. El polifacético cineasta crea un simulacro de documental (simulacrum of a documentary, Morales-Rivera, 2012) que aboga por una nueva “educación sentimental”, tomando como punto de partida una mirada vanguardista, rebelde y comprometida con la narración de unos hechos que le permiten rozar la textura del tiempo.