En la producción performática del artista visual cubano Manuel Mendive Hoyo (La Habana, 1944) se hace evidente la transformación del cuerpo humano en soporte de la obra de arte y obra de arte per se. Sus acciones constituyen una extensión de su obra plástica, y a la vez, una revitalización de la misma, ya que la utilización del cuerpo humano como herramienta del discurso artístico le ha abierto nuevos horizontes.La performance mendiviana está determinada por tres elementos: el lugar específico donde se desarrolla; el país donde se realiza (debido a cuestiones culturales que condicionan el desarrollo de la acción); y la interacción de los performers con el público. De ahí que en función del espacio donde tome lugar la performance, el tipo de cuerpo mendiviano que vamos a apreciar en movimiento.El cuerpo mendiviano es una propuesta de ecumenismo, donde el respeto es la palabra clave y el bricolage es una opción más que válida. Las lecturas a su producción performática brindan multiplicidad de discursos desde la recepción, siendo la lucha contra la homofobia y la heteronormatividad, así como las instituidas relaciones de poder hombre-mujer y blanco-negro solo algunas de ellas. Mendive canta al autorreconocimiento y fomenta el orgullo propio, rompiendo con artificios y superficialidades propias de la falsedad de la sociedad moderna. Propone la espiritualidad como una válvula de escape de «lo estéticamente correcto».